Sinopsis
El actual modelo educativo, basado en planteamientos memorísticos, deja en muchas ocasiones de lado aspectos como la creatividad o el pensamiento crítico y reflexivo, los cuales, debido a la irrupción y enorme extensión en la sociedad de las nuevas tecnologías y redes sociales, son más necesarios que nunca. Así, la renovación del modelo educativo imperante resulta imprescindible para afrontar los retos futuros y proporcionar a nuestro alumnado las herramientas para enfrentarse a un mundo que evoluciona rápidamente.
Palabras clave: Sistema educativo, pensamiento crítico, creatividad, nuevas tecnologías, renovación
Introducción
Desde mi personal perspectiva, el planteamiento que subyace tanto en los textos propuestos para su lectura como en los distintos vídeos enlazados para su análisis, presenta una profunda y estrecha relación con la práctica educativa; más concretamente, con mi propia práctica docente.
Pese a que en los debates realizados no nos hemos centrado únicamente en un análisis restringido del concepto, sino que se ha abarcado un ámbito mucho más amplio, planteado desde una casuística general que puede resultar aplicable tanto a la problemática general en el campo educativo como a la concreción de casos específicos, analizándose asimismo cómo evoluciona todo ello a lo largo del tiempo, lo cierto es que, a mi juicio, las conclusiones extraídas se centran más en la visión general de la temática planteada que en su aplicabilidad directa.
Desarrollo
El análisis pausado de los casos que se ha llevado a cabo a partir de las lecturas propuestas, personalmente me ha hecho reflexionar acerca de las constantes imposiciones a las que estamos acostumbrados y de las cuales, en la mayoría de las ocasiones, apenas somos conscientes. En el mundo educativo, aspectos tan consolidados hasta la fecha como son las libertades de pensamiento y cátedra, o los espacios y tiempos flexibles, se están estrechando cada vez más hasta llegar incluso a alcanzar un punto en el que no queda margen para el cuestionamiento de los mismos. Hacemos lo que “debemos” hacer en el momento y lugar indicado, sin llegar a plantearnos siquiera si está bien o mal, si funciona o no, si es útil o no lo es, si es coherente, o adecuado, e incluso si está actualizado o se trata de programas anclados en el pasado.
Toda vez que nos encontramos inmersos en esta situación, según mi parecer resulta fundamental cuestionar la que se presupone actualmente como labor del docente. Así, partiendo de los fundamentos expuestos anteriormente, sería posible entender que cualquiera puede ejercer como educador, pues para ello únicamente requeriría seguir unas pautas y directrices establecidas, de tal suerte que no resultaría necesaria formación pedagógica de ningún tipo, sino únicamente seguir un curriculum fijado previamente, el cual queda normalmente reflejado en un libro de texto que determinada editorial ha elaborado adecuándose a lo establecido.
Si bien es cierto que el sistema educativo que se ha implantado en las últimas décadas está permitiendo que la educación llegue a un número más elevado de personas que en el pasado, este sistema es, según mi parecer, deficitario en cuestiones tan relevantes como el desarrollo del pensamiento crítico, creativo y cívico; en definitiva, adolece de una verdadera construcción de conocimiento. Considero que este sistema imperante se basa en el conocimiento adquirido de forma memorística, tal y como se ha venido considerando adecuado de manera mayoritaria en los sistemas educativos tradicionales, y constituye un modelo unidireccional de las aulas, en el cual el alumnado es un sujeto pasivo que responde a preguntas cerradas que tienen una única respuesta correcta y en el que, desde las primeras etapas, se espera una determinada actitud. Por otro lado, se debe tener presente que la educación debe servir también para interiorizar una serie de comportamientos considerados adecuados para la vida en sociedad, que son necesarios para la correcta implicación del sujeto en sus mecanismos funcionales y, por ende, a la plena vida adulta. Así pues, el establecimiento de determinados mínimos comunes en la educación es, igualmente, irrenunciable si pretendemos mantener una sociedad con comportamientos cívicos y saludables.
Sin embargo, entiendo que la adquisición de conocimiento de manera que el alumno tenga un papel protagonista en su aprendizaje y desarrolle esas habilidades que le permitan reflexionar, ser crítico y tener la mente abierta, para de este modo construir su propio camino, son igualmente necesarias, máxime si tenemos en cuenta que los docentes educamos a nuestros alumnos para un mundo que no conocemos como será en el futuro. Cuando estos alumnos terminen la educación obligatoria, se encontrarán con una realidad todavía no definida, que obviamente no será la misma realidad que nos ha tocado vivir a nosotros. Por ello, resulta indispensable a mi juicio el educar en habilidades prácticas, en las que la personalidad se debe adaptar a un constante enseñar y aprender.
Por todo ello, considero que el énfasis del sistema educativo se debería poner en la puesta en práctica de métodos que favorezcan la creatividad y el desarrollo adecuado del proceso creativo, del pensamiento crítico y reflexivo, y no en el material utilizado para ese fin, tal y como ha sido propuesto hasta el momento al realizarse ingentes inversiones en pizarras digitales o mini portátiles que, en muchos casos, creo no han modificado las realidades preexistentes, ni han mejorado de manera sustancial la práctica docente.
Personalmente, opino que la escuela favorece, trabaja y premia en exceso el pensamiento lineal, basándose en respuestas cerradas, y trabaja muy poco o nada el pensamiento múltiple, divergente, que desde mi punto de vista tiene mucha más conexión con el pensamiento crítico y constructor de conocimiento. Este hecho se aprecia en que la mayor parte de los ejercicios en los libros de texto y los presentes en pruebas de impacto, tienen como solución una única respuesta, de modo que el alumno “la sabe o no”. Sin embargo, trabajar el pensamiento divergente supone
estar abierto a múltiples respuestas y, para ello, los problemas planteados no deben tener una única solución posible, tal y como ocurre en muchas de las situaciones de la vida cotidiana.
Para este cambio de paradigma, que no de forma, son muchos los factores a tener presentes y muchos los agentes implicados, o al menos, deberían serlo. Sin embargo, resulta evidente que todo cambio de esta magnitud solo tendrá éxito si los agentes implicados están de acuerdo y creen en el cambio que van a realizar. Es por ello que, en una transformación de la educación, toda la comunidad educativa debería de empoderarse, aunque… ¿quién es realmente esa comunidad?
Para alcanzar esta ansiada meta de la mejora del sistema educativo, son muchas las metodologías propuestas. Se habla de individualizar el proceso de enseñanza, de dar respuesta a las necesidades e intereses específicos mediante el trabajo de las inteligencias múltiples, de trabajar el método grupal mediante técnicas de grupos cooperativos, de metodología por proyectos o de distinguir los contextos diferenciados, entre otros. Sin embargo, implementar estas nuevas propuestas metodológicas en el aula supone para los docentes, en muchas ocasiones, una misión imposible. Al final lo establecido en la legislación es puntuar, mantener un registro en el que se especifique que se ha realizado dicha actividad, la calificación del alumno, su media, etc. Aún sabiendo que la evaluación no tiene nada que ver con el aprendizaje, se tiene que continuar cumpliendo con ella y, tal y como está planteado el sistema, en muchas ocasiones es lo único importante para el alumno.
Se ha planteado como alternativa a esta problemática la consideración de la maker philosophy como eje transversal de la educación. Quizá “aprender haciendo”, el construir conocimiento mediante la acción, resaltará las habilidades que son necesarias y descartará de manera no intencionada las innecesarias. De este modo, el proceso cobra mayor relevancia que nunca y, siguiendo la terminología de Kaplún, con ello se destierran los modelos basados en los efectos o en los contenidos, en los cuales los esfuerzos están concentrados en el resultado o en los contenidos, tal y como es habitual hoy día en las aulas.
Resulta curioso que, desde este punto de vista, la jerarquía habitual en el sistema educativo se torna en un nuevo modelo de comunicación horizontal, donde al alumnado se le otorga voz y voto, cuando hasta ahora había estado silenciado. Según algunos estudios, el aprendizaje cooperativo genera un mayor rendimiento, mayor productividad, relaciones más comprometidas, solidarias y una mejor salud psicológica y mayor autoestima en los individuos del grupo. Igualmente, trabajar de manera conjunta, con múltiples emisores y receptores, supone adquirir gran parte de los aspectos positivos que supone un aprendizaje cooperativo. Además, teniendo en cuenta la Teoría del caos, en la que “el todo no es necesariamente las suma de las partes”, se van a poder generar otros caminos paralelos de aprendizaje que de otra manera no hubieran aparecido. Así, será el propio alumno quien decidirá si los recorre o no.
Desde este punto de vista, y partiendo de la base de que la comunidad educativa está implicada en el nuevo sistema planteado, la personificación de emisores y receptores (“Emirecs”) se multiplica exponencialmente, dando cabida a ideas diversas y alejándonos, cada vez más, de la teoría de la reproducción, la reproducción de “el otro”, del profesor, de la ideología particular impuesta por poderes políticos o económicos.
Conclusiones
A modo de conclusión de esta breve reflexión personal, resulta fundamental exponer que los textos y debates realizados a lo largo de las pasadas semanas me han servido para analizar como el nuevo paradigma de la educación construida de manera conjunta, y que se viene propiciando por parte de sus mismos actores, se está viendo reflejado de manera inmediata y evidente en los nuevos sistemas de participación social, como son las redes sociales. Así, en una relación de retroalimentación positiva, considero que las nuevas tecnologías son fuente para la construcción de esta nueva educación y, a su vez, los nuevos planteamientos educativos ayudan a que estas mismas nuevas tecnologías se desarrollen y lleguen cada vez a más agentes educativos, en múltiples lugares del mundo.
Bibliografía
. APARICI, R, GARCÍA MATILLA, A, FERNÁNDEZ BAENA, J Y OSUNA, S. (2009). La imagen. Análisis y representación de la realidad. Barcelona. Gedisa.
. APARICI, R., ESCAÑO, C. Y GARCÍA-MARÍN, D. (2018). La otra educación. Pedagogía críticas para el siglo XXI. Madrid. UNED.
. KAPLÚN, M. (2011). Una pedagogía de la comunicación. Gedisa. Descargar desde la carpeta Documentos del módulo.
. SANTOVEÑA-CASAL, S. (Coord.) (2018). Enredados en el mundo digital. Sociedad y redes sociales. Madrid: UNED
Recursos en red
https://escuelaconcerebro.wordpress.com/tag/plasticidad- cerebral/?sa=X&ved=2ahUKEwjqoJjPi4zfAhXKzqQKHUQoB4YQ9QEwAXoECAoQB Q