Considero que en su Manifiesto de la Pedagogía Crítica, Giroux reflexiona especialmente sobre una situación y momento concretos de la educación en Estados Unidos; sin embargo, y en parte debido al hecho de que vivimos actualmente en un mundo globalizado que nosotros mismos hemos construido, no cabe duda de que el planteamiento que en el texto se presenta sobre la práctica educativa, tiene una profunda conexión con nuestra propia práctica y me atrevo a considerar que también con otras prácticas educativas fuera de nuestras fronteras.
El citado Manifiesto me ha hecho cuestionarme hasta dónde pueden/suelen las ideologías corromper la educación. Un caso evidente de esta situación es el que constituye el tan manido debate de las tareas para casa, junto a otros ejemplos incluidos en el texto o en nuestro foro, tales como el curriculum impuesto, los libros de texto, los tiempos y espacios escolares, etc.
Por otra parte, si partimos de un supuesto inicial en el que los docentes deberíamos tener el empoderamiento necesario para llevar a cabo un cambio democrático, ¿necesitamos que nos digan qué actividades son necesarias y cuáles no?, y más importante aún, ¿dónde queda la libertad de cátedra?, ¿falta algo en nuestro sistema educativo por regular/controlar?
Como se comenta por el foro, y concretamente en el comentario de la compañera Sara Domínguez, lo que se propone en el Manifiesto no son cambios superficiales sino que van mucho más allá, abogando por fomentar entre los alumnos el pensamiento crítico, creativo y cívico, en definitiva, constructor de conocimiento. Así pues, la meta no es el conocimiento memorístico como se ha venido considerando de forma mayoritaria en los sistemas educativos tradicionales, sino la adquisición de conocimiento de manera que el alumno tenga un papel protagonista en su aprendizaje y desarrolle esas habilidades que le permitan reflexionar, ser crítico y tener la mente abierta, para de este modo construir su propio camino.
Otra cuestión relevante es la que plantea la compañera Rut María Cabrera en su comentario del foro. En su argumento expone la importancia del mobiliario en el aula , algo con lo que, sin duda, estoy de acuerdo. De hecho, considero que este aspecto refleja la manera de actuar por parte de los agentes implicados en el trabajo diario del aula, pero sin embargo, no debemos darle una relevancia excesiva a un aspecto no determinante en última instancia; es decir, el énfasis se debe poner en la puesta en práctica de métodos que favorezcan la creatividad y el desarrollo adecuado del proceso creativo, y no en el material utilizado para ese fin.
Personalmente, considero que la escuela favorece, trabaja y premia en exceso el pensamiento lineal, basándose en respuestas cerradas, y trabaja muy poco o nada el pensamiento múltiple, divergente, que desde mi punto de vista tiene mucha más conexión con el pensamiento crítico y constructor de conocimiento del que hablamos. Este hecho se aprecia en que la mayor parte de los ejercicios en los libros de texto y los presentes en pruebas de impacto, tienen como solución una única respuesta, de modo que el alumno la sabe o no. Sin embargo, trabajar el pensamiento divergente supone estar abierto a múltiples respuestas y, para ello, los problemas planteados no deben tener una única solución posible, tal y como ocurre en muchas de las situaciones de la vida cotidiana.