“El mensaje solo es eficaz si el receptor está dispuesto a recibirlo (…) y si se puede identificar al mensajero y éste es de fiar”
El texto propuesto para su lectura marca desde el principio los ejes principales de estudio: la comunicación y el poder. La unión que el autor realiza de estos términos se basa en el control uno del otro: controlando la comunicación y la información se obtiene el poder, mientras que romper el control en la comunicación supondrá posicionarse en el contrapoder.
Desde este punto de vista, vemos cómo la comunicación se torna indispensable. El autor justifica esta posición prioritaria de la comunicación al ser la forma de interacción con nuestro entorno y al tener esta, por lo tanto, una influencia preponderante en nuestra mente.
“El poder funciona actuando sobre la mente a través de los mensajes”
Además, Castells enfoca también el estudio en las nuevas formas de comunicación en red, a las que denomina “autocomunicación de masas”. Parece concluir con una visión más esperanzadora a los planteamientos iniciales en los que se mostraba inverso en una sociedad dictatorial. El panorama actual es considerado distante de aquella sociedad, formando ahora una sociedad red y aumentando las posibilidades de cambio social por el mero hecho de pertenecer a esta “nueva” sociedad en la que el poder se descentraliza y los usuarios somos tanto receptores como emisores de información.
Sin embargo, es relevante el planteamiento realizado por el autor acerca de las similitudes entre la sociedad y la sociedad red; así pues, las relaciones de poder que se forman a través de la comunicación, se van a ver también proyectadas en las relaciones de poder a través de la comunicación en la sociedad red.